En un lugar de la Mancha... Ballesteros de Calatrava

Describir en unas líneas lo que ha sido, es y será Ballesteros es tarea difícil puesto que se trata del pueblo donde algunos de nosotros hemos nacido, otros han venido con sus familias y unos pocos han llegado a el por la “reciente” incorporación al pueblo del Palacio de la Serna, hotel ubicado en la que nosotros conocemos o por lo menos conocíamos como “La Casa Grande”.

Así pues la localización del pueblo es de lo más singular, si venimos desde Ciudad Real o desde Aldea del Rey una vez tomado el desvío que nos lleva al pueblo y ya casi a un par de kilómetros podemos ver como se alza la torre de la Iglesia de Nuestra Señora de Consolación, patrona del pueblo junto con el Beato San Fernando de Ayala y justo detrás de la torre el puerto de la pequeña cordillera a la falda de la cual se asienta el pueblo. Si venimos de Villar del Pozo, es decir dirección desde Puertollano, Cañada o Corral lo que hacemos es precisamente ir en paralelo a esta mini-cordillera que se extiende desde Cañada hasta el pueblo para dar paso luego a otra que va en paralelo por la carretera que continua hacia Ciudad Real, entre medias de estas dos pequeñísimas cordilleras está la cañada de Rondín por la cual discurre el arroyo, conocido por todos los ballesteranos y que solo lleva agua cuando ha habido lluvias importantes o en inviernos húmedos.

Podemos decir que Ballesteros de Calatrava es un pequeño pueblo de la mancha, en su estilo más típico, casas bajas de no más de dos pisos de altura, fachadas encaladas con friso o sin el, corrales donde antes se tenían gallinas, cerdos y conejos (y que hoy en día todavía se tienen), los domingos se va a misa y luego a tomar el aperitivo en el bar del Titi. Los paseos por los campos ballesteranos son sobrecogedores y proporcionan una paz y sosiego que solo se puede conseguir en sitios como
este.

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